Hay dos tipos de personas: las que llegan directas a los sitios y las que siempre eligen el camino más largo. Y sí, yo soy del segundo tipo. Es curioso cómo a veces pienso “no lo voy a volver a hacer, esta vez voy a ir directa a mi objetivo”. Pero al final, no puedo luchar con mi naturaleza y acabo entreteniéndome, conociendo a gente y ganando experiencias mientras recorro un largo camino antes de llegar a mi destino final.
Como ya habréis deducido, el camino es solo una metáfora de la vida. Desde que somos pequeños nos enseñan a seguir una serie de pasos “lógicos”: estudiar, ir a la universidad, hacer prácticas profesionales, conseguir un trabajo, casarte, tener hijos, seguir trabajando, jubilarte… Dicho así suena un poco frío pero es cierto, ¿verdad?
Sin embargo, no todos podemos seguir estos pasos, o por lo menos no en este orden. Hay algunos inconformistas a los que nos gusta tomar el camino más largo. A veces nos arrepentimos de las decisiones que tomamos, pero siempre tenemos el consuelo de saber que hemos sido fieles a nosotros mismos.
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