Una año más he vuelto a mis raíces castellanas, he vuelto a Aranda de Duero para disfrutar del mejor indie nacional en una nueva edición del Sonorama Ribera. Este año he hecho una visita mucho más calmada que en la edición anterior en la estuve de paso, apenas 24 horas: rápido, intenso y, sobre todo, muy disfrutado. Eso sí, pudiendo estar todo un fin de semana… ¿quién quiere apresurarse? Música, amigos, bailes, cachis de cerveza, solidaridad, reencuentros y dolor de gemelos. Todo junto y en su debido tiempo, así fue mi Sonorama Ribera del 2015, todo un lujo de cita que da gusto repetir.
Viernes 15 de agosto
La jornada del viernes comenzaba con un fallido intento de ver el acústico que Depedro ofrecía como apoyo al proyecto Leãozinho que busca llevar la música a las favelas más pobres de Brasil. Y digo fallido porque el escenario era minúsculo y a su vez muchas las personas que queríamos escuchar a Jairo Zavala. Sin embargo, en el fondo no fue fallido ya que gracias a ello conocí este proyecto. ¿El fin? Recaudar fondos para montar una escuela de música en esta favela sin pacificar. Si te interesa el tema y quieres saber más, te invito a que eches un vistazo a su web.
Minutos más tarde vino el concierto de Arizona Baby. Los de Valladolid son unos imprescindibles del festival, ya sea con su banda original o con la versión de Corizonas (Los Coronas + Arizona Baby). El caso es que desde hace unos años, lo más normal es encontrárselos sobre los escenarios del Sonorama. Con su «Secret Fires» (2014) debajo el brazo, la banda ofreció un fantástico primer concierto de rock e indie folk para caldear el ambiente y adentrarnos en lo que nos esperaba para la noche del viernes.
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